Ian Edginton e I.N.J. Culbard mesclan ciencia ficción, aventura y steampunk para dar forma a la historia de Wren, un joven que tendrá que viajar a través de mundos fantásticos para restaurar el moribundo sol artificial que da vida al sistema solar mecánico al que pertenece su tierra.
BRASS SUN: LA RUEDA DE LOS MUNDOS
Un reloj de cuco. O cómo se ideó Brass Sun
El libro que ahora mismo tienes entre manos en realidad no debería existir. En principio iba a ser una historia radicalmente distinta, pero, como a veces ocurre con los relatos, cobró vida y tuve que hacerle caso. Voy a retroceder unos cuantos años en el tiempo en busca de una explicación. Mientras esbozaba el proyecto para otra serie, me hizo falta consultar un planetario: una maqueta mecánica del sistema solar, que ilustra la posición y el movimiento de los planetas.
Tras haber encontrado unas cuantas versiones de una complejidad asombrosa, surgió la clásica pregunta. ¿Y si fuera real? ¿Y si de verdad existiera un sistema solar mecánico? Luego me pregunté el cómo y el porqué y con eso bastó. La nueva idea apartó a la anterior y pidió atención a gritos.
Uno de los motivos por los que me encanta mi trabajo es porque me apasiona crear universos. Es algo que atrae poderosamente al megalómano que hay en mí y que probablemente me impida tratar de conquistar el planeta o algo del estilo. En fin, los días siguientes fueron la tormenta de ideas perfecta, al final de la cual ya contaba con el 95% de la historia completa: los planetas, los habitantes y sus vivencias encajaban, en especial en el caso de mi protagonista, Wren, y sus compatriotas. Y, cómo no, el título: Brass Sun.

Asimismo, solo había un posible destino para una serie de ciencia ficción clockpunk tan extensa: el mítico semanario de cómic británico 2000 AD. Y lo mismo se podría decir del dibujante Ian Culbard. Ya habíamos trabajado juntos antes, adaptando el catálogo de novelas de Sherlock Holmes a novelas gráficas, y también había colaborado en un especial de Navidad de Stickleback. En esta ocasión, buscábamos algo de más peso en lo que trabajar juntos y Brass Sun se adaptaba a la perfección a nuestro propósito.
A veces, preparar un proyecto así puede ser arduo y doloroso, como ir a que te saquen una muela. Pero, muy de vez en cuando, cuanto te sonríe el destino, todo encaja perfectamente y funciona —en efecto— como un reloj.
Ian Edginton, septiembre de 2014
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